Delegar… o No Delegar

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La duda del profesional de la salud y el coaching ejecutivo

La idea de delegar y otorgar autoridad a otros para actuar en nombre de alguien más ha existido a lo largo de la historia humana. Aunque es difícil precisar la primera referencia exacta en la historia de la delegación, hay ejemplos que se remontan a civilizaciones antiguas.

En la antigua Mesopotamia (alrededor del 2000 a.C.), los líderes gubernamentales y religiosos ya delegaban tareas y responsabilidades a otros funcionarios y sacerdotes para manejar asuntos administrativos y rituales y en la antigua Roma, Julio César delegó responsabilidades militares y administrativas a líderes confiables para manejar el vasto imperio romano.

La necesidad de dividir tareas y responsabilidades para lograr objetivos más grandes ha sido una constante en el desarrollo humano y social. Y ahora tú dirás… pero, ¿esto qué tiene que ver con los profesionales de la salud? ¿Y con el coaching? ¿Por qué me cuentas esta historia? ¿Coaching ejecutivo?Eso es solo para los jefes, ¿no?…..

Pues te lo cuento precisamente porque no es solo para los jefes (que también), sinó porque muchos profesionales sienten que no pueden delegar tareas en otros. Y…. sorpresa, sí. Spoiler: el coaching también puede ayudarte en esto. En concreto el coaching ejecutivo. Pero antes de seguir, déjame que te explique brevemente 6 síndromes (con nombre y todo) relacionados con la dificultad para delegar. A ver si hay alguno que te resulte familiar.

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Síndromes relacionados con la dificultad para delegar

  1. El Síndrome del Superhéroe: Muchos profesionales del ámbito de la salud (asistenciales y no asistenciales), tienden a pensar que pueden hacerlo todo ellos mismos. Se sienten indispensables y creen que nadie más puede hacer el trabajo tan bien como ellos. Esto les lleva a cargar con una carga excesiva de tareas, agotándose y dejando poco espacio para el crecimiento y el desarrollo. (Ya estás pensando en alguien, lo sé). Su diálogo interno sería «Menos mal que estoy yo, si no…»
  2. El Síndrome del Perfeccionismo: Aquellos que padecen el síndrome del perfeccionismo tienen dificultades para delegar porque sienten que nadie más puede hacer las cosas tan perfectas como ellos. Temen que si dejan que alguien más se haga cargo, el resultado no será satisfactorio, por lo que acostumbran a tener una sobrecarga de trabajo y no pueden aprovechar la experiencia ni las habilidades de otros. Su diálogo interno sería «Es que nadie lo hace como yo. Luego pierdo un montón de tiempo en corregir».
  3. El Síndrome del Controlador: Algunas personas se resisten a delegar debido a un fuerte deseo de controlar todo. Temen que si permiten que otros tomen decisiones, las cosas se salgan de control. Sin embargo, es esencial recordar que la delegación no es una pérdida de control, sino una distribución estratégica de responsabilidades. Su frase interna es: «No, no, esto solamente lo puedo hacer yo».
  4. El Síndrome de la Falta de Confianza: Algunos profesionales dudan de sus habilidades para seleccionar y capacitar a alguien más para que haga el trabajo. Sienten que si delegan y algo sale mal, serán responsables y culpados por el resultado. Es importante superar esta barrera, ya que la confianza en uno mismo y en los demás es fundamental para una delegación efectiva. Su frase interna: «Y si lo hace otro y sale mal? Prefiero hacerlo yo y así al menos si sale mal, sé a qué tengo que responder».
  5. El Síndrome del Tiempo Limitado: Muchos profesionales se encuentran ocupados con sus horarios apretados y sienten que no tienen tiempo para dedicarse a enseñar a otros o explicar tareas. Prefieren hacer las cosas ellos mismos porque les parece más rápido. No obstante, invertir tiempo en la delegación puede ahorrar tiempo a largo plazo y liberar recursos para enfocarse en aspectos más importantes. Su frase: «Tardo menos en hacerlo yo que si se lo tengo que explicar a otro».
  6. El Síndrome de la Falta de Planificación: Algunas personas simplemente no saben cómo empezar a delegar. No tienen un plan claro sobre qué tareas delegar, a quién y cómo hacerlo. Esto puede generar incertidumbre y hacer que pospongan la delegación indefinidamente. Una de sus frases internas «Tengo que ver qué tengo, y luego ya decido, pero tengo tanto que no sé ni por dónde empezar»»

¿Te has identificado con alguno de ellos? ¿Con más de uno? Pues enhorabuena, porque empezar a ser consciente de nuestra realidad, es lo que nos permite avanzar.

Por dónde empezar

Si no sabes por dónde empezar, el coaching ejecutivo (a veces también se denomina coaching directivo) es el que más te ayudará a trabajar estos aspectos. Como ya habrás deducido a estas alturas del post, la delegación, como te advertía al principio del mismo, no es solamente para responsables, coordinadores o jefes. ¿Ahora lo ves más claro, verdad? Seguro que en tu centro de salud, en tu hospital, en tu clínica dental o en tu farmacia, conoces a personas que encajan en alguno de los síndromes anteriores (o más de uno): un administrativo, un responsable de atención al usuario, ese residente mayor, el médico de tal sala, una enfermera, un auxiliar de clínica, el farmacéutico de la tarde… Seguro que les has puesto cara, nombre y apellidos a algunos de ellos. Quizás, incluso alguno de ellos seas tú. Por si acaso, te dejo algunos consejos, genéricos eso sí, pero que tienen que ver con el coaching, y podrían serte de utilidad:

  • Aprende a soltar: Reconoce que no tienes que hacerlo todo y que está bien confiar en otros para ciertas tareas. Dejar ir el control puede ser liberador y permitirte enfocarte en lo más importante.
  • Desarrolla un equipo confiable: Encuentra personas competentes y comprometidas en tu equipo y bríndales las oportunidades para aprender y crecer. La confianza mutua es esencial para una delegación exitosa.
  • Define claramente las responsabilidades: Al delegar, asegúrate de que las tareas estén bien definidas, incluyendo expectativas y plazos. Esto evitará confusiones y garantizará un trabajo bien hecho.
  • Capacita y comunica: Invierte tiempo en capacitar a los miembros de tu equipo y asegúrate de que comprendan sus responsabilidades. La comunicación abierta y efectiva es clave para una delegación exitosa.
  • Acepta errores y aprende de ellos: Es normal que, al delegar, se cometan errores. Aprende a verlos como oportunidades de aprendizaje y mejora, tanto para ti como para tu equipo.
  • Delega gradualmente: Si la delegación es nueva para ti, comienza con tareas menos críticas y ve aumentando gradualmente la responsabilidad a medida que te sientas más cómodo con el proceso.

Recuerda que delegar no sólo beneficia a tu bienestar personal, sino que también empodera a los miembros de tu equipo, permitiéndoles crecer y desarrollar nuevas habilidades. ¿Lo habías pensado así alguna vez? ¿Cómo te sentiste la primera vez que alguien delegó una tarea importante en ti?

Saber hacer una buena delegación no es nada fácil. Por eso, el coaching (en este caso el coaching ejecutivo) te puede ayudar a que desarrolles tus propias herramientas para saber hacerlo bien, a tu estilo, y de forma eficiente. Quizás mediante un proceso de coaching descubras que ya tenías herramientas para saber hacerlo, pero que no las estabas utilizando. Pero claro…. lo que tú descubras en cada sesión con tu coach… es tu aprendizaje y dependerá de ti.

Porque… si sigues los posts, ya sabrás que el coaching va de despertar conciencia, autoconocimiento y… acción. Así que ¡anímate a delegar, aprende de tus acciones y disfruta de los beneficios de trabajar en equipo! Y recuerda que un coach puede ser un buen aliado para acompañarte en el camino.

¿Cuál va a ser tu primer paso?